COMPLEJO DE
ELECTRA
Al principio cuando un niño
nace, el padre suele quedar bastante excluido porque por el amamantamiento los
hijos están pendientes de la madre, pero más adelante fortalecen el vínculo con
su papá, sobre todo las niñas. En esta etapa suelen estar celosas de su mamá a
quien no dejan acercarse a “su” papá.
Hacia los tres y cuatro
años, las niñas empiezan a descubrir que ellas no son igual a los niños. Es decir, empiezan a descubrir
la diferencia entre sexos
y, en muchas ocasiones, su papá es el único ejemplo
conocido del sexo opuesto.
"El papá es mío, mi papaaa",
son frases usuales. La niña empieza a sentir predilección por el padre, unida a
un sentimiento de rivalidad frente a la madre. A este proceso se le denomina
complejo de Electra.
El Complejo de Electra es algo muy
común a todas las niñas en algún momento de la infancia aunque, en algunas
ocasiones, va más allá. La fijación afectiva o enamoramiento hacia el padre
puede generar una situación de rivalidad con la madre. Se supone que es una
dinámica normal en el desarrollo de las pequeñas, que puede observarse a partir
de los 3 años y que en un plazo de dos años suele resolverse de forma natural.
Al contrario que en los niños, esta
circunstancia es menos clara y pasa más inadvertida puesto que las niñas tienen
un vínculo muy estrecho con las madres, lo que les dificulta mantener la
competitividad con esta.
En las manifestaciones mejor resueltas
se produce una predilección de la niña hacia su progenitor. Sin embargo, en los
casos patológicos se puede producir lo contrario: que la niña rechace al padre
al sentirse defraudada por haberla rechazado.
Para gestionar el complejo de Electra como se debe, hay que dejar claro a la pequeña que su papá es su papá, pero es la pareja de su mamá. Hacia los siete años, la niña empezará a aceptar esto y empezará a identificarse más con su mamá. Se iniciará así, la época en la que la niña empezará a imitar a su mamá, porque será ella la que se convertirá en el modelo a imitar.
Para gestionar el complejo de Electra como se debe, hay que dejar claro a la pequeña que su papá es su papá, pero es la pareja de su mamá. Hacia los siete años, la niña empezará a aceptar esto y empezará a identificarse más con su mamá. Se iniciará así, la época en la que la niña empezará a imitar a su mamá, porque será ella la que se convertirá en el modelo a imitar.
Pero es sólo una etapa. Y
así debe ser, esto es bueno para la niña que admira a ese modelo masculino y se
prepara para ser seductora con los varones. Si continúa mucho tiempo hay que
empezar a preocuparse... pero no antes.
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