lunes, 10 de junio de 2013

FACTORES DE RIESGO EN ALGUNAS ENFERMEDADES MENTALES

FACTORES DE RIESGO  EN ALGUNAS ENFERMEDADES  MENTALES


Esquizofrenia: La mayoría de los investigadores plantean que es posible desarrollar esquizofrenia con o sin factores de riesgo, definiéndose este último como toda situación o condición o factores que incrementan la probabilidad de contraer una enfermedad. Sholten (  ) afirma que es posible desarrollar esquizofrenia mientras más factores de riesgo afronte el individuo. La esquizofrenia es uno de los trastornos mentales de mayor complejidad  y de mayor impacto en la Psiquiatría. Por ello está dentro de las prioridades de los trastornos mentales en el Plan  de Psiquiatría y en el Plan Auge. Cabe destacar que en los inicios del siglo veinte, la esquizofrenia era considerada como un trastorno de índole endógeno, pero posteriormente, con el advenimiento del psicoanálisis, se desplaza esta concepción a factores de riesgo ambientales especialmente los ocurridos al interior de la familia y otros factores estresantes psicosociales.  En las últimas décadas el paradigma ha cambiado nuevamente especialmente con el avance de la neurociencia y de las nuevas tecnologías de neuroimagen y neuropatología que aportan evidencias de alteraciones cerebrales en los pacientes esquizofrenia. 
 Dentro de estos factores se encuentran: a. El componente genético. Las personas que tienen un pariente cercano con esquizofrenia  son más propensas a desarrollar el trastorno que las personas sin parientes con la enfermedad. El gemelo monocigoto de una persona con esquizofrenia tiene un riesgo del 50% de desarrollar la enfermedad, mientras que en gemelos dicigotos es del 14%. Un hijo cuyo padre tiene esquizofrenia tiene una probabilidad del 10% aproximadamente siendo el riesgo en la población en general del 0,7%. b. Anormalidades cerebrales. Muchos estudios en personas con esquizofrenia han encontrado anomalías tanto en la estructura cerebral (aumento de los ventrículos, o el tamaño reducido en otras regiones del cerebro) como en la función cerebral (actividad metabólica reducida en ciertas regiones cerebrales). c. Los factores ambientales son de diversa índole. 1. Complicaciones durante el embarazo. Las investigaciones han centrado la atención en posibles factores de riesgo prenatales o perinatales que establecen la posibilidad de trastornos precoces del neurodesarrollo (hipoxia fetal crónica, bajo peso maternal e incompatibilidad Rh entre algunos problemas). Otros factores epidemiológicos estudiados son el aumento del riesgo de padecer esquizofrenia en los hijos de mujeres que durante el segundo trimestre de gestación se expusieron a una epidemia de influenza o el mayor riesgo entre los nacidos durante el invierno e inicio de la primavera; también las deficiencias nutricionales de la madre durante el primer trimestre o el estrés en el embarazo debido a la muerte del esposo. 2. Pérdida de padres durante la infancia 3. Factores socioeconómicos y culturales. La esquizofrenia, como ya se ha mencionado, es más prevalerte en las clases bajas, posiblemente como resultado de las situaciones de estrés a que están sometidos o la calidad de vida, especialmente lo referente a la nutrición. 
 Sin embargo, la idea de que algunos factores estresantes pudieran  desencadenar la esquizofrenia es algo que está en plena discusión. Parte esta idea de la observación que en los hospitales, con un régimen cerrado y estricto, dicha rehabilitación generaba y estimulaba los síntomas (alucinaciones, e ideas delirantes) en individuos estables  (Callo y Simón), hecho que determinó la crítica a la Psiquiatría asilar y dio pie para otras corrientes como la Antipsiquiatría, llevando al desarrollo de la Psiquiatría Social y Comunitaria, estas últimas estimulando la red familiar y comunitaria como factores protectores de la esquizofrenia.

Trastornos del estado de ánimo: Las condiciones clínicas de la depresión establece que las principales perturbaciones son los cambios en el estado de ánimo y del afecto. Son los trastornos que tienen  una  alta prevalencia a nivel nacional y  por lo cual la demanda especialmente del sector femenino ha ido en aumento. Los cálculos epidemiológicos establecen que la prevalencia de la depresión mayor se encuentra entre el 2% al 4% para los hombres y el 4 al 9% para las mujeres. El riesgo para toda la vida es del 7 % al 10% para los hombres y del 14 al 20% para las mujeres. En la revisión bibliográfica que hace Caballero, las investigaciones coinciden  que el riesgo de suicidio es  30 veces superior para las personas con trastorno del estado de ánimo que para la población en general. 
 ¿Porque existe una relación de 2 a 1 por género? Una de las primeras explicaciones tiene que ver con los cambios hormonales que durante el ciclo de vida tiene la mujer, como la menarquia, la menopausia y los cambios hormonales que tiene en los ciclos de preparto y post parto. Jadresich analiza las investigaciones que establecen en las embarazadas una prevalencia de depresión mayor entre el 10% y 17%. A pesar de estas consideraciones, la etiología de la depresión en las embarazadas es multifactorial agregándose a los cambios psiconeuroendocrinos otros factores psicosociales, como los referentes a sucesos vitales (problemas familiares, reducción de las redes sociales, problemas económicos etc). Los antecedentes de familiares con trastornos depresivos es otro de los factores que potencian la depresión en embarazadas (Jadresic).  
 En el caso de las mujeres menopáusicas, se señala que no hay muchas diferencias de prevalencia de DM con la población en general excepto mujeres que han sido sometidas a  una histeroctomía con ooforectomía  (18%) lo cual se asocia a una brusca caída de los niveles hormonales (Correa y Jadresic). A pesar de no encontrarse en las investigaciones algunas diferencias significativas con la población en general que tiene DM, algunos trabajos reporten un aumento de síntomas psicológicos menores tales como cambios anímicos especialmente en el período perimenopáusico. Los síntomas observados durante éste período son la irritabilidad, disminución de la concentración, labilidad emocional, falta de energía, alteraciones del sueño y grados menores de depresión y ansiedad .Jadresic y Correa estiman que esos síntomas no alcanzan a configurar una depresión mayor. Desde una perspectiva psicosocial la aparición de  síntomas depresivos en este período de la vida estaría determinado por  otros factores psicosociales como la “cultura” que adscribe roles, establece una ideología alrededor de la maternidad, de los sistemas de crianza y de los comportamientos sexuales por género. Este tipo de concepciones hacia la mujer en general (pasiva, receptora, maternal, entregada a los demás, cariñosa, etc.) aumenta la sintomatología depresiva  en la mujer menopáusica, ya que esos rasgos culturales van en desmedro de su autoimagen, de los niveles de poder dentro del  núcleo familiar, de sus limitaciones  en el comportamiento sexual (la sexualidad relacionada fuertemente con la fertilidad  y escindida del placer). Jadresic y Correa establecen una tabla de factores de riesgo en este período de la mujer que se mencionan más abajo:
• Historia de depresión
• Historia de disforia relacionada  al uso de anticonceptivos orales.
• Historia de trastorno disfórico premenstrual.
• Historia de depresión post parto.
• Síntomas vasomotores severos.
• Perimenopausia prolongada (más de 27 meses.)
• Menopausia quirúrgica.
• Disfunción tiroidea.
• Responsabilidad con un tercero.
• Nivel educacional Bajo
• Pérdidas significativas (viudez, separación)
• Problemas  de salud crónicos. 
 La relación entre la aparición de los síntomas de la depresión y los factores estresantes desencadenantes pareciera que es un hecho, pues algunos estudios revelan que los pacientes con esta enfermedad reportan  más acontecimientos estresantes en el surgimiento del primer episodio de depresión. 


La resiliencia: Sin embargo, a pesar que en la actualidad los investigadores establecen que  los sucesos o eventos vitales pudieran tener una directa participación en la ocurrencia de enfermedades, no siempre esta relación puede ocurrir. Barudy establece que no siempre un hijo de padres golpeadores puede repetir la conducta violenta, ni Cernick establece en experiencia empírica que los sufrimientos causados por el holocausto judío tuvieron una consecuencia psicológica funesta.   A partir de esas observaciones y otras investigaciones en resiliencia y maltrato (Aracena) se establece  el concepto de resiliencia.  La resiliencia es un concepto que deviene de la física: existen algunos materiales que a pesar de  recibir un peso muy grande son capaces de volver a su estado natural. Los factores positivos y protectores que permiten que no ocurra una enfermedad mental es lo que se llama resiliencia, y de importancia vital para desarrollar políticas de salud que implique  aumentar la calidad de vida y potenciar la promoción en salud.  Algunos autores plantean que a pesar de los datos epidemiológicos, la visión está centrada en la patología y esto ha ido prevaleciendo en el ámbito de la medicina. En América Latina y el Caribe, de 20 niños nacidos, 19 sobreviven al primer año de vida y posiblemente lleguen a la adolescencia. Con estos hallazgos Los Servicios de Salud y sus presupuestos están más centrados en ese 1 que en los restantes.   Los modelos de Salud están en la actualidad apuntando a la prevención y a promover estilos de vida saludable para que no ocurra la enfermedad, como promover las redes sociales, los estilos de alimentación y ejercicio etc.  

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