FACTORES
DE RIESGO EN ALGUNAS ENFERMEDADES MENTALES
Esquizofrenia: La
mayoría de los investigadores plantean que es posible desarrollar esquizofrenia
con o sin factores de riesgo, definiéndose este último como toda situación o
condición o factores que incrementan la probabilidad de contraer una
enfermedad. Sholten ( ) afirma que es
posible desarrollar esquizofrenia mientras más factores de riesgo afronte el
individuo. La esquizofrenia es uno de los trastornos mentales de mayor
complejidad y de mayor impacto en la
Psiquiatría. Por ello está dentro de las prioridades de los trastornos mentales
en el Plan de Psiquiatría y en el Plan
Auge. Cabe destacar que en los inicios del siglo veinte, la esquizofrenia era
considerada como un trastorno de índole endógeno, pero posteriormente, con el
advenimiento del psicoanálisis, se desplaza esta concepción a factores de
riesgo ambientales especialmente los ocurridos al interior de la familia y
otros factores estresantes psicosociales.
En las últimas décadas el paradigma ha cambiado nuevamente especialmente
con el avance de la neurociencia y de las nuevas tecnologías de neuroimagen y
neuropatología que aportan evidencias de alteraciones cerebrales en los
pacientes esquizofrenia.
Dentro de estos factores se encuentran: a. El
componente genético. Las personas que tienen un pariente cercano con
esquizofrenia son más propensas a
desarrollar el trastorno que las personas sin parientes con la enfermedad. El
gemelo monocigoto de una persona con esquizofrenia tiene un riesgo del 50% de
desarrollar la enfermedad, mientras que en gemelos dicigotos es del 14%. Un
hijo cuyo padre tiene esquizofrenia tiene una probabilidad del 10%
aproximadamente siendo el riesgo en la población en general del 0,7%. b.
Anormalidades cerebrales. Muchos estudios en personas con esquizofrenia han
encontrado anomalías tanto en la estructura cerebral (aumento de los
ventrículos, o el tamaño reducido en otras regiones del cerebro) como en la
función cerebral (actividad metabólica reducida en ciertas regiones
cerebrales). c. Los factores ambientales son de diversa índole. 1.
Complicaciones durante el embarazo. Las investigaciones han centrado la
atención en posibles factores de riesgo prenatales o perinatales que establecen
la posibilidad de trastornos precoces del neurodesarrollo (hipoxia fetal
crónica, bajo peso maternal e incompatibilidad Rh entre algunos problemas).
Otros factores epidemiológicos estudiados son el aumento del riesgo de padecer
esquizofrenia en los hijos de mujeres que durante el segundo trimestre de
gestación se expusieron a una epidemia de influenza o el mayor riesgo entre los
nacidos durante el invierno e inicio de la primavera; también las deficiencias
nutricionales de la madre durante el primer trimestre o el estrés en el
embarazo debido a la muerte del esposo. 2. Pérdida de padres durante la
infancia 3. Factores socioeconómicos y culturales. La esquizofrenia, como ya se
ha mencionado, es más prevalerte en las clases bajas, posiblemente como
resultado de las situaciones de estrés a que están sometidos o la calidad de
vida, especialmente lo referente a la nutrición.
Sin embargo, la idea de que algunos factores
estresantes pudieran desencadenar la
esquizofrenia es algo que está en plena discusión. Parte esta idea de la
observación que en los hospitales, con un régimen cerrado y estricto, dicha
rehabilitación generaba y estimulaba los síntomas (alucinaciones, e ideas
delirantes) en individuos estables
(Callo y Simón), hecho que determinó la crítica a la Psiquiatría asilar
y dio pie para otras corrientes como la Antipsiquiatría, llevando al desarrollo
de la Psiquiatría Social y Comunitaria, estas últimas estimulando la red
familiar y comunitaria como factores protectores de la esquizofrenia.
Trastornos
del estado de ánimo: Las condiciones clínicas de la depresión
establece que las principales perturbaciones son los cambios en el estado de
ánimo y del afecto. Son los trastornos que tienen una
alta prevalencia a nivel nacional y
por lo cual la demanda especialmente del sector femenino ha ido en
aumento. Los cálculos epidemiológicos establecen que la prevalencia de la
depresión mayor se encuentra entre el 2% al 4% para los hombres y el 4 al 9%
para las mujeres. El riesgo para toda la vida es del 7 % al 10% para los hombres
y del 14 al 20% para las mujeres. En la revisión bibliográfica que hace
Caballero, las investigaciones coinciden
que el riesgo de suicidio es 30
veces superior para las personas con trastorno del estado de ánimo que para la
población en general.
¿Porque existe una relación de 2 a 1 por
género? Una de las primeras explicaciones tiene que ver con los cambios
hormonales que durante el ciclo de vida tiene la mujer, como la menarquia, la
menopausia y los cambios hormonales que tiene en los ciclos de preparto y post
parto. Jadresich analiza las investigaciones que establecen en las embarazadas
una prevalencia de depresión mayor entre el 10% y 17%. A pesar de estas
consideraciones, la etiología de la depresión en las embarazadas es
multifactorial agregándose a los cambios psiconeuroendocrinos otros factores
psicosociales, como los referentes a sucesos vitales (problemas familiares,
reducción de las redes sociales, problemas económicos etc). Los antecedentes de
familiares con trastornos depresivos es otro de los factores que potencian la
depresión en embarazadas (Jadresic).
En el caso de las mujeres menopáusicas, se
señala que no hay muchas diferencias de prevalencia de DM con la población en
general excepto mujeres que han sido sometidas a una histeroctomía con ooforectomía (18%) lo cual se asocia a una brusca caída de
los niveles hormonales (Correa y Jadresic). A pesar de no encontrarse en las
investigaciones algunas diferencias significativas con la población en general
que tiene DM, algunos trabajos reporten un aumento de síntomas psicológicos
menores tales como cambios anímicos especialmente en el período
perimenopáusico. Los síntomas observados durante éste período son la
irritabilidad, disminución de la concentración, labilidad emocional, falta de
energía, alteraciones del sueño y grados menores de depresión y ansiedad
.Jadresic y Correa estiman que esos síntomas no alcanzan a configurar una
depresión mayor. Desde una perspectiva psicosocial la aparición de síntomas depresivos en este período de la vida
estaría determinado por otros factores
psicosociales como la “cultura” que adscribe roles, establece una ideología
alrededor de la maternidad, de los sistemas de crianza y de los comportamientos
sexuales por género. Este tipo de concepciones hacia la mujer en general
(pasiva, receptora, maternal, entregada a los demás, cariñosa, etc.) aumenta la
sintomatología depresiva en la mujer
menopáusica, ya que esos rasgos culturales van en desmedro de su autoimagen, de
los niveles de poder dentro del núcleo
familiar, de sus limitaciones en el
comportamiento sexual (la sexualidad relacionada fuertemente con la
fertilidad y escindida del placer).
Jadresic y Correa establecen una tabla de factores de riesgo en este período de
la mujer que se mencionan más abajo:
• Historia de depresión
• Historia de disforia
relacionada al uso de anticonceptivos
orales.
• Historia de trastorno
disfórico premenstrual.
• Historia de depresión post
parto.
• Síntomas vasomotores
severos.
• Perimenopausia prolongada
(más de 27 meses.)
• Menopausia quirúrgica.
• Disfunción tiroidea.
• Responsabilidad con un
tercero.
• Nivel educacional Bajo
• Pérdidas significativas
(viudez, separación)
• Problemas de salud crónicos.
La relación entre la aparición de los síntomas
de la depresión y los factores estresantes desencadenantes pareciera que es un
hecho, pues algunos estudios revelan que los pacientes con esta enfermedad
reportan más acontecimientos estresantes
en el surgimiento del primer episodio de depresión.
La
resiliencia: Sin embargo, a pesar que en la actualidad
los investigadores establecen que los
sucesos o eventos vitales pudieran tener una directa participación en la
ocurrencia de enfermedades, no siempre esta relación puede ocurrir. Barudy
establece que no siempre un hijo de padres golpeadores puede repetir la
conducta violenta, ni Cernick establece en experiencia empírica que los
sufrimientos causados por el holocausto judío tuvieron una consecuencia
psicológica funesta. A partir de esas
observaciones y otras investigaciones en resiliencia y maltrato (Aracena) se
establece el concepto de
resiliencia. La resiliencia es un
concepto que deviene de la física: existen algunos materiales que a pesar
de recibir un peso muy grande son
capaces de volver a su estado natural. Los factores positivos y protectores que
permiten que no ocurra una enfermedad mental es lo que se llama resiliencia, y
de importancia vital para desarrollar políticas de salud que implique aumentar la calidad de vida y potenciar la
promoción en salud. Algunos autores
plantean que a pesar de los datos epidemiológicos, la visión está centrada en
la patología y esto ha ido prevaleciendo en el ámbito de la medicina. En
América Latina y el Caribe, de 20 niños nacidos, 19 sobreviven al primer año de
vida y posiblemente lleguen a la adolescencia. Con estos hallazgos Los
Servicios de Salud y sus presupuestos están más centrados en ese 1 que en los
restantes. Los modelos de Salud están
en la actualidad apuntando a la prevención y a promover estilos de vida saludable
para que no ocurra la enfermedad, como promover las redes sociales, los estilos
de alimentación y ejercicio etc.
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