TRASTORNO DE LA LECTURA
Características
La
característica esencial del trastorno de la lectura es un rendimiento en
lectura que se sitúa sustancialmente por debajo del esperado en función de la
edad cronológica del coeficiente de inteligencia y de la escolaridad propia de
la edad del individuo. La alteración de la lectura interfiere
significativamente el rendimiento académico o ciertas actividades de la vida
cotidiana que requieren habilidades para la lectura. Si está presente un
déficit sensorial, las dificultades en lectura exceden de las habitualmente
asociadas a él. Si hay una enfermedad neurológica o médica o un déficit
sensorial, deben codificarse en el Eje III. En los sujetos con trastorno de la
lectura (también denominado “dislexia”), la lectura oral se caracteriza por distorsiones,
sustituciones u omisiones; tanto la lectura oral como la silenciosa se
caracterizan por lentitud y errores en la comprensión.
Aunque
los síntomas de la dificultad para leer (p. ej., incapacidad para distinguir
las letras usuales o para asociar fonemas usuales con símbolos de letras) pueden
aparecer ya en el parvulario, el trastorno de la lectura rara vez se
diagnostica antes de finalizar esta etapa o de iniciarse el primer curso de
enseñanza básica, puesto que la enseñanza de la lectura habitualmente no comienza
en la mayor parte de las escuelas hasta ese momento. Cuando el trastorno de la
lectura se asocia a un CI elevado, el niño puede rendir de acuerdo con sus
compañeros durante los primeros cursos, y el trastorno de la lectura puede no
ponerse de manifiesto por completo hasta el cuarto curso o incluso
posteriormente. Si se procede a una identificación e intervención tempranas, el
pronóstico es satisfactorio en un porcentaje significativo de casos. El
trastorno de la lectura puede persistir durante la vida adulta.
Trastorno de la lectura
y su relación con los trastornos del aprendizaje
El
trastorno de la lectura forma parte de los Trastornos del aprendizaje estos son
cuando el rendimiento del individuo en lectura, cálculo o expresión escrita es
sustancialmente inferior al esperado por edad, escolarización y nivel de
inteligencia, según indican pruebas normalizadas administradas individualmente.
Los problemas de aprendizaje interfieren significativamente el rendimiento
académico o las actividades de la vida cotidiana que requieren lectura, cálculo
o escritura.
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